Época: Anzio/Cassino
Inicio: Año 1943
Fin: Año 1945

Antecedente:
La caída de Mussolini

(C) Victor Nieto y Alicia Cámara



Comentario

Negándose a considerar la posibilidad de una pérdida del control de los acontecimientos, la actividad de Mussolini al día siguiente de la reunión del Gran Consejo, el domingo 25 de julio, fue totalmente normal. A esas horas de la mañana la conjura de sus antiguos fieles, situada dentro del sistema, ya ha sido superada por la otra, desde fuera, decididos a su destitución.Todos los planes tácticos preparados están en pleno vigor a la hora -poco antes de las cinco de la tarde- en que Mussolini accede a Villa Savbia para despachar con el monarca asuntos de mero trámite.El rey, tras haber aprobado tácitamente los planes para la detención de su primer ministro, únicamente ha puesto como condición que sean llevados a efecto fuera del recinto de su residencia. Hasta el fin, trata de guardar unas formas que a nadie pueden engañar.No existe testimonio directo de la entrevista mantenida por los antiguos asociados. En ella, Víctor Manuel pide la dimisión a Mussolini y éste, completamente estupefacto, se la presenta.Tanto monárquicos como fascistas, en busca de justificaciones a sus respectivas posiciones, han aportado supuestas versiones del hecho. Pero ninguna de ellas cuenta con suficientes elementos de credibilidad para ser tomada en consideración como documento histórico fiable. Lo mismo puede afirmarse de los relatos originados acerca de la reunión de la víspera en el Gran Consejo.A la salida de la residencia real, Mussolini es detenido por fuerzas de los carabineros y conducido, sin resistencia alguna, a un cuartel del cuerpo situado en la barriada romana. El fascismo en el poder se ha derrumbado en su punto más débil.Al caer la noche, una población ignorante todavía de estos hechos se recoge en sus viviendas, mientras las calles se oscurecen y vacían debido al toque de queda obligado por los bombardeos aéreos. A las 22,45, el locutor de la emisora oficial de radio anuncia la aceptación por el rey de la dimisión de Mussolini de todos los cargos que hasta entonces ocupaba.Notificado al mismo tiempo el nombramiento de Badoglio para suceder al ya ex Duce, el mariscal se dirige a sus compatriotas y les anuncia el mantenimiento de los compromisos y la continuación de la guerra.Es una burda forma de ganar tiempo previendo la temida reacción de Hitler. Pero, por el momento, a los triunfantes conspiradores no se les presenta otra solución mejor. De hecho, la maniobra no engañará a nadie.